La revolución agrícola surge en Gran Bretaña que abarca desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, período durante el cual existió un incremento muy alto de la productividad agrícola, del rendimiento y de la producción total. Estos hechos provocaron un aumento de población sin precedentes, liberando del campo a un significante porcentaje de la población, que constituyó la mano de obra de la Revolución industrial.
El cercamiento
Ya a principios del siglo XII se produjeron los primeros cercados de terrenos comunales en Gran Bretaña. Este proceso se aceleraría durante los siglos XV y XVI, aprovechando los mayores beneficios que proporcionaba la ganadería. Esto condujo al desempleo a muchos campesinos, los cuales ya no podían acceder a los terrenos comunales que ahora pertenecían a un propietario. Durante los siglos XVI y XVII la práctica del Cercado fue denunciada por la Iglesia, e incluso se legisló contra esta práctica. De todas formas el proceso continuó pues la mecanización agraria del siglo XVIII requería terrenos cercados de gran tamaño. Por esta razón en 1801 se aprueba el Acta General de Cercado.
Las compensaciones recibidas por los granjeros fueron mínimas, y la pérdida de derechos de la población rural creó una gran dependencia respecto a las Leyes de pobres. Los costes legales resultaban muy pesados para los granjeros pobres, los cuales a menudo incluso tenían que vender su parte de tierra para poder desprenderse de ella. Sólo unos cuantos encontraron trabajo en las granjas valladas. La mayoría se encontraron obligados a recolocarse en las ciudades formando parte del creciente proletariado industrial.
Rotación de cultivos
Desde finales del siglo XVII, los agricultores comenzaron a practicar sistemas de rotación de cultivos basados en periodos de tres, cuatro, seis y doce años que eliminaban el barbecho. Este proceso se generalizó en el siglo XVIII. En la rotación de carácter cuatrienal se rotaba el trigo, tubérculos, cereales de primavera y leguminosas y en el cuarto año plantas forrajeras como alfalfa,trébol, colza y lúpulo. Este proceso incrementó la productividad al aumentar las superficies cultivadas, creció también el rendimiento por hectárea al existir mayor cantidad de abonos y el incremento de la cabaña posibilitó la sustitución de la fuerza humana por la animal.